Poema sobre los hábitos alimentarios
Los científicos pueden transformar crema de cacahuete en diamantes pero no pueden ayudarnos a fundir los diamantes; los científicos pueden succionarnos la grasa y recortarnos las tripas pero si comemos diamantes los cagamos enteros, aunque estén hechos de crema de cacahuete, es lo que hay; el futurista italiano FT Marinetti no comía espaguetis, porque los espaguetis provocan en los hombres pérdida de vigor sexual, los espaguetis los dejan hinchados y perezosos y muy poco proclives a marchar a la guerra; el nazi alemán Adolf Hitler no comía animales porque el nazi alemán Adolf Hitler adoraba a los animales. Es lo que hay, no hay que darle vueltas, otros tiempos y otros principios morales. Los sionistas hacen el falafel mejor que los fascistas pero los fascistas hacen la pasta mejor que los sionistas; los fascistas hacen unas gachas de avena asquerosas y el cuscús a la fascista es una porquería; las maestras suelen hacer mejor pan de Viena que los camioneros pero los camioneros hacen el solomillo más sangrante y comen más patatas fritas, comen más mayonesa que las maestras, aunque es más probable que sean estas las que hacen mayonesa casera. Con frecuencia los nazis son vege-tarianos que comen mucha col fermentada, suele gustarles la comida extranjera pero ni les preocupa ni lo reconocen, los nazis suelen preferir comida sabrosa y su opinión de que los sionistas hacen el mejor falafel es tan válida como la de cualquier otro: los árabes no pueden saberlo todo y no comen carne frita con salsa de perejil, eso lo hacen los daneses, los daneses verdaderos del partido popular danés con la bandera patria tatuada que fuman Prince en sus bicicletas Christiania. No hay que darle más vueltas. Todos los suecos que conozco son intolerantes al gluten y/o a la lactosa y/o veganos, sobre todo los suecos de Finlandia, sobre todo los que comen pan de masa fermentada pero no de masa ácida, sobre todo los que beben mucha cerveza y crecieron en hogares rotos en barrios en los que ahora hablan sueco adulterado; los alemanes comen grandes salchichas en pe_ queños platos de cartón en las estaciones del U-Bahn de Berlín y las acompañan con cerveza de trigo y mayonesa elaborada en un taller donde trabajan a turnos, día y noche, diez mil maestras bávaras que salan la mayonesa con sus lágrimas; dicen que los cigarros puros cubanos Montecristo obtienen su sabor único al ser enrollados entre los muslos de muchachas vírgenes; el feta no es feta si no es un griego quien ordeña la cabra y el skyr no es skyr si no se elabora en un yermo peñasco en mitad del Atlántico y el wasabi nunca es wasabi sino por lo general un simple pimiento de color verde; estadísticamente los varones homosexuales crecieron entre vegetarianos y comieron mucho pescado fresco, recién eviscerado y cocido con esmero. No hay que darle vueltas. Los comunistas creían que el pueblo podría vivir a base de patatas y aire libre pero la Unión Soviética se derrumbó y hoy día no hay modo de distinguir comunistas de veganos apestando a mari-huana con las zapatillas manchadas de leche de soja; en Groenlandia nadie comió verdura durante milenios, si acaso unas pocas bayas, y en otra isla más pequeña vivió Robinsón Crusoe principalmente a base de huevos de tortuga con horribles consecuencias para la fauna local, porque proporcionalmente Crusoe necesitaba tantos huevos de tortuga como filetes de bacalao necesita un pesquero congela-dor. Los franceses prefieren comer alimentos que se puedan explicar en menos de veinte minutos, excepto el individuo aquel que comíaPrincipalmente carritos de la compra y televisores, aunque también avionetas CESSNA 150 enteritas, lo que no se puede explicar tan fácilmente, y en Es aria las madres le echan azafrán falangista y pimentón ahumado a casi todo Mientras el Ejército Republicano come tapas. Al principio los recién nacidos no beben más que leche materna y la leche materna contiene todos los nutrientes necesarios para el cuerpo humano, no hay que darle más vueltas incluyendo los pesadísimos ácidos grasos omega 3 que los bebés absorben de los cerebros de sus madres de modo que los cerebros pierden el 25% de su peso si las madres no se cuidan y beben aceite de hígado de bacalao, aceite de hígado de bacalao hecho en Islandia, y no hay que darle vueltas. Pero lo cierto es que las madres se enfadan y en islandés decimos que tienen bruma de senos y por eso las ejecutivas femeninas tienen unos sueldos tan bajos. El hombre medio —y da igual si se trata de nazis, bebés, groenlandeses futuristas, franceses, ejecutivos, homosexuales y/u otros— bueno, el hombre medio come unas 35 toneladas de alimento a lo largo de la vida y produce otras tantas de basura. Un huevo a la boca, otro a la basura; un croissant a la boca, otro a la basura; un kebab a la boca, otro a la basura y así sucesivamente. En cada comida que come ese hombre medio hay un promedio de 150 millones de kilómetros de material genético lo que da suficiente para llegar hasta el sol. No es que se pueda, pero quizá os lo podáis imaginar. Toda la distancia hasta el sol. ¿Y qué hay de los carnívoros, preguntaréis quizá, por qué no dice nada de los carnívoros? ¿Por qué no se hace la más mínima observación sobre los que prefieren filetes sangrantes, tartare de boeuf e hígado de ganso? ¿Qué ha sido de las implacables críticas a las salchichas llenas de sales industriales, a los pollos alterados y a los lechones castrados sin drogas? ¿Qué diría Adolf? Hay cristianos que no comen gambas porque la Biblia las prohibe y algunos vegetarianos comen pollo porque en rea-lidad el pollo —bien mirado— no es más que brócoli ovíparo; por muy extraño que pueda parecer. Los que excluyen los carbohidratos de su dieta seguramente pierden peso sin pasar hambre pero no alimentan suficientemente el cerebro y en realidad a nadie le apetece dormir con idiotas, no es ni pizca divertido y re-nuncian a hacerlo. La gente con diabetes adquirida tiene que soportar muchos prejuicios por parte de quienes padecen diabetes congénita. La gente que vomita gran parte de lo que come goza de escasa comprensión social. Los que viven a base de café y cigarrillos desprecian a quienes se jactan de ser demasiado buenos para fumar. Los granjeros islandeses comen principalmente gachas de sangre de cordero, por eso se les da tan bien entender el clima y hablar con los animimales; los obesos mienten sobre lo que han comido, se dice que comen incluso en una especie de sopor —bruma de la obesidad— y ocultan enseguida lo que compran, lo que cocinan, lo que sirven, comen y cagan. Muchísimos estadounidenses están afectados por lo que se denomina Chinese Food Syndrome que se caracteriza como una susceptibilidad exagerada hacia el GMS; se atiborran de chocolate por las noches, de suplementos vitamínicos con semillas de chía durante el día y de nuggets de pollo en la cena, nuggets de pollos felices que pasean libremente por el campo. Los psicólogos dicen que nunca se debe comer nada que "tu abuela no guardara en la despensa''. Los psicólogos dicen que nunca se debe comer nada que seas demasiado perezoso para hacerlo desde cero. Pero ¿y los pedófilos? ¿Qué comen los pedófilos? ¿Quizá no comen niños? ¿Alguien lo sabe? ¿Comen en secreto? ¿Y comen los plutócratas en proporción a sus ingresos o eso son los otros, los pobres? Para estas cosas como para tantas otras quizá no hay respuesta, pero no deja de ser importante que alguien pregunte, que mostremos un poco de atención a lo que nos echamos al coleto.
Etcétera etcétera.
Translation: Enrique Bernárdez Sanchís